-¿Nena y tú qué quieres ser de mayor? ¿Lo sabes ya?
-¿Yo? Yo, de mayor quiero ser periodista.
-Pero esa profesión es muy competitiva. ¿Estás segura de que quieres hacer eso?
-Sí, lo estoy. Desde siempre lo he estado, y es lo que pienso hacer. No se si llegaré a trabajar en algo relacionado con la profesión, espero que sí, pero de todos modos se trata de unos conocimientos que deseo obtener. Y no pararé hasta conseguirlo.
Lo conseguí. Lo conseguimos. El pasado 2 de julio asistimos toda la promoción 2007-2011 de Periodismo de la Universidad de Málaga a la fiesta que nos otorgaba el título, el diploma, el papelico ese que no te hace ser periodista pero sí que tus padres crean que lo seas…
Una ceremonia emocionante en la que tuvimos el placer de contar con la presencia de Laura Teruel, Juan Francisco Gutiérrez y Augusto Pansard, tres de los grandes profesionales que han pasado por la facultad de Ciencias de la Comunicación durante los últimos cuatro años.
Con discursos que pronosticaban un futuro incierto ‘en una profesión en crisis’ nos deleitaron con sus mejores deseos, recordando como ellos también se habían sentado en la silla que ese día ocupábamos nosotros hacía no tantos años también un dos de julio, como es ya tradición en nuestra facultad.
Lo de que la profesión está en crisis no tardó en manifestarse de forma real en nuestras vidas. Así, el pasado jueves quedamos en Málaga algunos de los que asistimos a esa fiesta y comprobamos como NADIE había conseguido entrar en plantilla en ninguno de los medios en los que había trabajado en verano.
Al que mejor le iba le habían dado la ‘oportunidad’ de redactar algo en algún medio por un valor, créanme, bastante inferior a los 0.75 céntimos que le daban a la chica esa de la que tanto se ha hablado en las últimas semanas. Y digo ‘oportunidad’ frente al término ‘putada’ que es más bien el que podría definir a trabajar gratis después de estudiar una titulación de cuatro años.
Lo fuerte de todo esto es que se escandalicen los propios medios de que haya gente que ofrezca estos salarios invisibles cuando son ellos mismos los que te recomiendan que te dejes asignaturas para poder seguir contratándote de prácticas una y otra vez.
Se escandalizan de sus propias acciones y luego te piden por favor que no te ‘prostituyas en la profesión’, que no te vendas, ya que tu trabajo vale mucho más que eso. JA
¿Qué trabajo? ¿Cuál? ¿Dónde está? Soy una simple ‘apaga fuegos’. Soy una de esas que en verano se sienta en una redacción a la espera de que llegue septiembre y venga el verdadero calentador de la silla.
Y no me quejo. Tal y como está el patio, digamos que verte explotado te hace feliz, porque al menos alguien te deja hacer durante un tiempo lo que siempre quisiste: ESCRIBIR.
Gratis, en venta, prostituta o no, tu de mayor querías ser periodista, y finalmente nos hemos convertido en la generación de los ‘periodistas vendidos’. Y qué. Periodistas son.
Aquí estamos. Dispuestos a dar todo lo mejor de nosotros. Dispuestos a trabajar en lo que verdaderamente nos gusta a cualquier precio con la única esperanza de que alguien algún día se fije en nosotros y nos confíe un puesto más duradero que el de un simple apagafuegos veraniego.
Y así lo haremos. Mal. Denigrando la profesión, jodiéndolo todo. Como si es que ya no estuviera lo suficientemente jodido.
La culpa no la tenemos nosotros. Son los medios los que nos obligan a albergar un ápice de esperanza prometiéndonos contratos basura, renovando contratos mensuales y convirtiendo nuestra situación personal en un día a día repleto de miedo e incertidumbre.
Un día a día lleno de agobios en el que un miércoles te toca ir a hacer un reportaje cuyo protagonista se emociona contándote su historia, y tú casi tienes que darte la vuelta para no llorar junto a él. Un día a día gratuito, sí, pero que te regala las miradas de agradecimiento de todas aquellas personas que confían en la repercusión de tus palabras como clave para arreglar sus problemas. Un día a día en definitiva lleno de emociones, en el que un contrato de colaboración te hace ser más grande como persona cada día. Más humano. Que hace que un lunes tenga sentido, y no exclusivamente por que vaya entre el domingo y el martes. Un día a día convertido en una ‘puta periodista’, vendida pero feliz.
Está claro que trabajar gratis denigra la profesión. Pero lo cierto es que si hacerlo es malo, mucho peor es levantarse cada día como un parado más y encender el televisor para comprobar como los verdaderos culpables que han denigrado profesión, las grandes empresas mediáticas, denuncian ahora la 'precaria situación que vive el periodismo'. Me parto.