Mi nombre es Lourdes Mingorance, y he estado a dieta mediática desde los 15 hasta los 22 años.
Al principio la llevaba bien, podría decir incluso que apenas notaba sus deficiencias, sus grandes faltas, sin embargo con el tiempo las descubrí.
Las conversaciones con la gente sobre temas de actualidad eran fáciles, erróneas, las opiniones, casi lineales, desembocaban en un mismo punto que era prácticamente el mismo hablara con quien hablase, hasta que un día por fin desperté.
No sé si todo comenzó con Augusto Pansard, profesor de Relaciones Internacionales, o quizás con Manuel Chaparro, profesor de Radio, lo que si tengo claro es que tan sólo me faltaba asistir ahora a mis 23, al curso de Comunicación para el Desarrollo y la Paz, para terminar de abandonar esa dieta que tanto me empobrecía por dentro.
La dieta en sí no era mala del todo y además era muy cómoda, tan sólo bastaba con encender la televisión cada día para cumplirla, leer alguna que otra noticia en internet para complementarla, y razonarla con algún amigo en una cafetería para terminar de afianzar los engañosos conceptos que allí se mostraban.
De esta forma mi percepción del mundo en sí de manera global tan sólo estaba formado por lo que una serie de señores con un poder enorme querían mostrar, y digo señores, sin desdobles, porque aun no se aplican a la hora de elegir los altos cargos de esas empresas encabezadas por muchos hombres, y pocas mujeres, motivo por el cual las eximo un poco de culpa, pese a que con total probabilidad, ellas harían lo mismo.
Y desperté observando que en Israel hay rascacielos, y en Afganistán hubo alcohol hace algún tiempo.
Desperté viendo como una radio comunitaria era capaz de educar a todo un pueblo en América del Sur alfabetizándolo a la par que observé, en el mapa de Peters, que dicho país era bastante más grande de lo que yo nunca pude imaginar.
Desperté en definitiva viendo, como todos mis conocimientos se tambaleaban al comprobar, que mi concepción del mundo era Occidental, "norteña" diría yo, y que en ella no se estaba mostrado ni un ápice de la verdadera realidad de un mundo que juega cada día un partido en el que norte lucha para ganar a sur, y sur lucha por su propia subsistencia.
El panorama internacional era objeto de otro de mis quebraderos de cabeza.
No sólo los medios motivaban la desigualdad, sino que todos los países, en su lucha por conseguir sus propios intereses, peleaban en costosas reuniones por “un mundo mejor”.
Gracia me hizo visitar Bruselas y ver algunas de las instalaciones donde se juegan los partidos en que la pelota siempre cae en el campo "norteño", dejando sin voz ni voto al sur.
Gracia me hizo que lo resuelvan todo cuatro gatos, cuando en el mundo ya habitábamos en 2010 6.972. 688.217 personas y más gracia que luego me pregunten si me veo representada en él.
Tristeza me dio que la realidad es tan difícil de cambiar, cuando la dieta mediática se ceba contra todos nosotros.
Un ápice de esperanza me queda.
Internet ha revolucionado el mundo y con él, a las personas.
La concepción de la realidad ya no está en manos de unos pocos, sino que muchos, pese a la gran brecha digital existente, tenemos ya la posibilidad de desvelar cómo se vive a nivel global, sin gatekeepers.
Además, las ONG han pasado a denominarse ONGD, las cuales no sólo intentan promover el cambio en los países del sur, sino que trabajan en el norte para que las personas comprendan que esta forma de vivir permite que sólo una pequeñísima porción de población viva bien, mientras el resto muere de hambre ante la desatendida mirada de unos medios de comunicación a los cuales, dicha noticia no les vende en los quioscos.
Estamos asistiendo en la actualidad a una nueva etapa en que priman las revueltas en una lucha por la democracia que acabe con las dictaduras que tantos años llevan oprimiendo al pueblo, y como siempre, el norte vuelve a dictar sus intereses transformados en forma de bomba que cae sobre Libia.
Quizás no llegaré a entender por qué un conflicto se resuelve con otro conflicto.
Quizás mucho tenga que leer para entender que si Gadafi es un tirano, porqué lo es ahora y no lo fue ayer, pero al menos, la comunicación para el desarrollo ha generado una semilla en mí, que por un lado me demuestra que "no tengo mucha idea real de nada" pero que al menos me permite cuestionarme "toda idea que tengo".
Al principio la llevaba bien, podría decir incluso que apenas notaba sus deficiencias, sus grandes faltas, sin embargo con el tiempo las descubrí.
Las conversaciones con la gente sobre temas de actualidad eran fáciles, erróneas, las opiniones, casi lineales, desembocaban en un mismo punto que era prácticamente el mismo hablara con quien hablase, hasta que un día por fin desperté.
No sé si todo comenzó con Augusto Pansard, profesor de Relaciones Internacionales, o quizás con Manuel Chaparro, profesor de Radio, lo que si tengo claro es que tan sólo me faltaba asistir ahora a mis 23, al curso de Comunicación para el Desarrollo y la Paz, para terminar de abandonar esa dieta que tanto me empobrecía por dentro.
La dieta en sí no era mala del todo y además era muy cómoda, tan sólo bastaba con encender la televisión cada día para cumplirla, leer alguna que otra noticia en internet para complementarla, y razonarla con algún amigo en una cafetería para terminar de afianzar los engañosos conceptos que allí se mostraban.
De esta forma mi percepción del mundo en sí de manera global tan sólo estaba formado por lo que una serie de señores con un poder enorme querían mostrar, y digo señores, sin desdobles, porque aun no se aplican a la hora de elegir los altos cargos de esas empresas encabezadas por muchos hombres, y pocas mujeres, motivo por el cual las eximo un poco de culpa, pese a que con total probabilidad, ellas harían lo mismo.
Y desperté observando que en Israel hay rascacielos, y en Afganistán hubo alcohol hace algún tiempo.
Desperté viendo como una radio comunitaria era capaz de educar a todo un pueblo en América del Sur alfabetizándolo a la par que observé, en el mapa de Peters, que dicho país era bastante más grande de lo que yo nunca pude imaginar.
Desperté en definitiva viendo, como todos mis conocimientos se tambaleaban al comprobar, que mi concepción del mundo era Occidental, "norteña" diría yo, y que en ella no se estaba mostrado ni un ápice de la verdadera realidad de un mundo que juega cada día un partido en el que norte lucha para ganar a sur, y sur lucha por su propia subsistencia.
El panorama internacional era objeto de otro de mis quebraderos de cabeza.
No sólo los medios motivaban la desigualdad, sino que todos los países, en su lucha por conseguir sus propios intereses, peleaban en costosas reuniones por “un mundo mejor”.
Gracia me hizo visitar Bruselas y ver algunas de las instalaciones donde se juegan los partidos en que la pelota siempre cae en el campo "norteño", dejando sin voz ni voto al sur.
Gracia me hizo que lo resuelvan todo cuatro gatos, cuando en el mundo ya habitábamos en 2010 6.972. 688.217 personas y más gracia que luego me pregunten si me veo representada en él.
Tristeza me dio que la realidad es tan difícil de cambiar, cuando la dieta mediática se ceba contra todos nosotros.
Un ápice de esperanza me queda.
Internet ha revolucionado el mundo y con él, a las personas.
La concepción de la realidad ya no está en manos de unos pocos, sino que muchos, pese a la gran brecha digital existente, tenemos ya la posibilidad de desvelar cómo se vive a nivel global, sin gatekeepers.
Además, las ONG han pasado a denominarse ONGD, las cuales no sólo intentan promover el cambio en los países del sur, sino que trabajan en el norte para que las personas comprendan que esta forma de vivir permite que sólo una pequeñísima porción de población viva bien, mientras el resto muere de hambre ante la desatendida mirada de unos medios de comunicación a los cuales, dicha noticia no les vende en los quioscos.
Estamos asistiendo en la actualidad a una nueva etapa en que priman las revueltas en una lucha por la democracia que acabe con las dictaduras que tantos años llevan oprimiendo al pueblo, y como siempre, el norte vuelve a dictar sus intereses transformados en forma de bomba que cae sobre Libia.
Quizás no llegaré a entender por qué un conflicto se resuelve con otro conflicto.
Quizás mucho tenga que leer para entender que si Gadafi es un tirano, porqué lo es ahora y no lo fue ayer, pero al menos, la comunicación para el desarrollo ha generado una semilla en mí, que por un lado me demuestra que "no tengo mucha idea real de nada" pero que al menos me permite cuestionarme "toda idea que tengo".