miércoles, octubre 27, 2010


Son las ocho de la mañana, y mientras desayuno, observo detenidamente la etiqueta de mi jersey, “made in India”. Poco después, animada por la curiosidad, busco en el reverso de mi camisa, donde puedo leer “Made in Indonesia” y, desconcertada ya, compruebo como no llevo nada puesto que no se haya fabricado en un país de los que la gente se empeña en llamar subdesarrollados, o en vías de desarrollo.


Continuo mi día detectando que la taza del desayuno, el secador, el microondas, así como todo lo que toco o me rodea, está fabricado fuera, y es entonces cuando me pregunto ¿por qué todos los países que cuentan con las mayores industrias viven en la pobreza? ¿cómo es posible que se viva mejor en países donde apenas quedan recursos naturales y la industria se ha desplazado?

La respuesta nos la da la palabra Neocolonialismo, si, una palabra que como su propio nombre indica nos informa de la existencia de una nueva forma de someter a los países en vías de desarrollo bajo nuestros intereses, al más puro estilo del colonialismo de los siglos anteriores.

Si bien es cierto que ya poco queda del hombre vestido en plan “misión safari”, con sus cuadras y reglas pertinentes para partir un país cual tarta de cumpleaños, el colonialismo sigue ahí, perdura camuflado.

Hace ya muchos años desde que los países colonizadores permitieron la independencia de los asiáticos y africanos. La mayoría de estos eligieron sus formas de gobierno, o al menos, creyeron elegirlas, pero se convirtieron en fuertes regímenes socialistas, dictaduras etc. que sólo consiguieron mantener el orden económico vigente, sin que apenas se percibiesen cambios.

Las líneas trazadas por los que realizaron el reparto, trajeron consigo múltiples guerras etnológicas, por los que los Estados poco se han preocupado del bienestar de sus ciudadanos, ya que tenían la cabeza ocupada en sus propias batallas personales al tiempo que se les hace creer que ya constan de opinión en el panorama internacional.

Los países del primer mundo somos hipócritas cuando los “ayudamos” sometiéndoles a nuestro antojo, arrebatándoles sus recursos, explotándoles con fábricas donde la mano de obra es pagada míseramente, vendiéndoles nuestros productos hechos con su materia prima a precios altos, y en definitiva “colonizándolos”, o “neocolonizando” que suena más moderno, pero que para el caso es lo mismo.

El neocolonialismo supone la continuidad del control de las economías, la política, el comercio internacional de las metrópolis sobre las antiguas colonias, ligado también al endeudamiento tras la crisis del petróleo de los setenta, que corta radicalmente los procesos de modernización de estos países.

Estos factores, estrechamente ligados al traslado de nuestra industria a esos países para abaratar nuestros costes sin que les aporten a ellos ningún beneficio son los que te hacen reflexionar a veces sobre la compra de esas prendas u objetos, fabricadas por esas personas a las que no dejamos levantar cabeza, ya que se está más cómodo impidiendo su bienestar y viviendo nosotros bien. Se está más cómodo en definitiva viendo el telediario cada día y haciendo zapping en los momentos en los que aparece algo que no nos gusta relacionado con el hambre, la sed, la enfermedad, sin darnos cuenta de que las piezas del televisor donde emiten ese telediario fueron en definitiva piezas “made in…”.

2 comentarios:

  1. Me encantan tus divagaciones sobre el colonianismo en nuestra ropa,a que le llamamos desarrollo sostenible? los explotamos por unos centimos para luego nuestras grandes marcas vender esas mismas prendas por precios infinitamente superiores. Yo me negué a comprar ropa de los chinos pero he tenido que desistir, pues a fin de cuentas toda las prendas están hechas en el mismo país, sea la marca que sea, así que prefiero pagar menos por lo mismo, e incluso la explotación es superior en el caso de las grandes marcas, consiguiendo mayor lucro con sus precios abusivos

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  2. La verdad es que a mí me pasó algo similar con el tema de comprar o no en los chinos. Además, ahora me hace gracia ver como numerosas empresas, especialmente las del grupo Inditex ven con miedo todas las tiendas de chinos que se están abriendo a su alrededor, y que copian exhaustivamente lo que venden en Zara, o BSK, más que nada porque en realidad, todo viene de la misma fábrica.

    Gracias por aportar tu opinión. Un beso

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