jueves, diciembre 16, 2010

Borja Echevarría imparte una conferencia sobre Wikileaks en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la Comunicación



A las seis de la tarde quedamos para debatir lo que horas antes, apenas tres, habíamos presenciado en la charla de Borja Echevarría, actual subdirector de el diario El País y responsable de comunicación de elpaís.com.

No había un acuerdo claro.

Unos decían que se avergonzaban de la actitud de los asistentes, después de que en varios momentos se generaran diversas tensiones en el aforo como consecuencia de las declaraciones del ponente sobre el uso que le estaba dando su periódico a los más de 250.000 documentos que tenían en su poder gracias a la fundación de Wikileaks.

Otros por el contrario, se mostraban a favor de los abucheos del público, cuando uno de los asistentes pedía el turno de palabra para dirigir un proyectil hacia Echevarría, quién se defendía con una serie de palabras que sólo una persona con excelentes dotes comunicacionales y una amplia experiencia sabría defender.
Pero en definitiva hubo algo que marcó toda la charla y es que los jóvenes de hoy, a diferencia de los que piensan las diferentes generaciones existentes, tienen pensamiento, palabra y opinión, y de eso se dio cuenta en buena parte todo aquel que presenció la escena.
El diario El País, bajo su máximo representante llegó a afirmar que de los cables que poseen, tan sólo un 1% aproximadamente iba a ser desvelado. Los motivos, en parte relacionados con la seguridad país, así como en la propia seguridad de muchos de los que aparecen en dichos cables, eran válidos, pero no suficientes.
Decía que además la falta de tiempo y de personal sumada a la gran cantidad de material hacía imposible mostrar más de lo que ya se estaba dando.
El público indignado preguntó una y mil veces por qué no compartían los cables con otros medios y él respondía que al fin y al cabo, El País no dejaba de ser una empresa más y que como tal, no podía dar a los competidores algo que pudiese finalmente rebotar en su contra.
Por otro lado, fueron muchos los que se atrevieron a preguntar cuales eran los criterios seleccionados a la hora de decidir que se publicaba y que no, y cómo sabía el lector que los cables seleccionados eran los más importantes elegidos entre los 250.000 existentes así como por qué ninguno hacía alusión a los propietarios de los propios medios quienes en definitiva tenían un contacto enorme con las Embajadas y los Gobiernos extranjeros, por lo que se sabía que habría información casi con una seguridad del 99%.
Ninguna de estas preguntas fueron respondidas o al menos, no con la verdadera respuesta que esperaba un público con la mente llena de una información bajo el fenómeno Wikileaks que según Echevarría no es no es sinónimo de periodismo pero que sí forma parte del nuevo ecosistema informativo, pese a que para buena parte del público sí parecía serlo y que en definitiva, nuevo periodismo o no definitiva estaba cambiando las formas de entender la profesión así como las normas de uso con respecto a la información oculta y las fuentes.
En este sentido el periodista dejó claro que las Nuevas Tecnologías ponen contra las cuerdas a los poderes establecidos y que las Redes Sociales no sólo sirven para enviar mensajes, sino también para cazar contenidos interesantes que dice la gente.
Cinco periódicos tenían la primicia, tan sólo cinco podían hablar sobre el tema en todo el mundo, teniendo en cuenta la polarización existente en España, ¿cómo tener la certeza de que si dichos cables hubiesen llegado a el diario El Mundo, en lugar de a el diario El País, habrían seleccionado la información relevante con los mismos criterios?
No lo supimos, ni lo sabemos ahora. Sólo tenemos lo que se nos ha dado. Lo que al juego de intereses de unos pocos conviene explicar, convirtiéndonos en sus dóciles marionetas de la información cuyos brazos se mueven a su merced.
Decía Echevarría que le parecía muy extraño que uno de los mayores miedos de los periodistas según el Informe Anual de la Profesión (proveniente de nuestra propia Facultad y dirigido por Pedro Farias) era el ‘intrusismo’.
Quizás él tan sólo pensó en la gran cantidad de personas que trabajan en un medio sin haber obtenido ninguna formación para ello.
Quizás lo que nosotros pensamos es en la posible negativa por parte de los medios de contratarnos a para trabajar por un periodismo real en el que se cuente y se informe de toda la verdad, independientemente de las ganancias o de la ideología del mismo, sustituyendo a los más de 70.000 licenciados sólo en España, por cualquiera que sea capaz de copiar teletipos, o de sentarse en una mesa de magazine a hablar por hablar.

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